En la biblioteca de mi barrio he encontrado un libro de lo más curioso. Se trata de un cómic titulado "El Gourmet Solitario" que por primera vez en la historia de las narraciones mundiales, y no creo que haya otro igual en el mundo, relata lo que va comiendo un comerciante japonés en su periplo por las calles de Tokio y otras localidades japonesas.
Es como hacer un libro de lo que nunca se contaría en un libro... porque, ¿a quién le importa lo que coma un tipo mientras nos cuantan una historia ? Siempre se narra todo lo demás. Pues a nosotros sí, y por ello nos ha ENCANTADO. Y ahí reside el encanto de esta novela, que va de algo muy simple, de lo que come un japonés en su día a día.
"El Gourmet Solitario" es una novela gráfica escrita y dibujada por dos japoneses y cada capítulo se convierte en una ocasión para que este comerciante, presuntamente japonés (pero de aspecto occidental) se adentre en lugares recónditos de barrios de todo tipo para acabar comiendo una lista interminables de platos japoneses. El libro, es eso, un recorrido por la gastronomía japonesa de una forma amena y nunca vista antes. Y retratando la gastronomía, de alguna manera retrata sociologicamente a la sociedad nipona.
A lo largo del libro podemos aprender qué es el washoku, la comida típica y tradicional japonesa que se basa en el shushoku o alimento básico, en este caso es un bol de arroz blanco cocido (o en su defecto un plato de fideos) que viene a ser nuestro equivalente el trozo de pan. A este shushoku se le acompaña de okazu, que es el alimento secundario -carne, verdura, pescado-,que son los que aportan minerales y vitaminas. El menú se completa con la famosa sopa hecha a base de pasta de soja, sopa miso y con frecuencia de piezas de verdura que están encurtidas (berenjena, pepino, col china...)
Tonjiru, mezcla de tofu y carne de cerdo; Gyudon, arroz hervido cubierto con carne de vaca; O-toro, ventresca de atún; Mamekan, jalea de judías negras con sirope; Yakimanju, bollos fritos, son sólo algunos de los ricos manjares que el comerciante "prueba" en estas páginas.
Sin duda uno de los capítulo favoritos es uno donde el protagonista se queda hasta las tantas de la madrugada trabajando en la oficina y decide hacer un descanso. Y se le ocurre reponer fuerzas comprando algo de comer en la tienda más cercana. Pero claro, coge la cesta del pequeño supermercado y empieza a coger un poco de tortilla, una sopa miso, algo de ternera con huevos de codorniz, una salchicha, una lata de ternera en conserva, una pieza de nabo, un bol de arroz... total que desvalija los estantes y acaba desplegando todos sus manjares culinarios en la mesa de su ordenador... Termina comiendo como un absoluto hombre loco. Aquí lo llamaríamos un completo gordoncho.
Una novela gráfica muy entretenida y de lo más recomendable, y con la que sin duda, se te hará la boca agua. Yo por si acaso, tendría a mano algo de sushi o un humeante bol de arroz mientras la lees.