Ayer salí a comprar un poco de carne picada para hacer unos clásicos filetes rusos (¿de verdad los comen los rusos?... esto hay que averiguarlo un día) y me decanté por ir al pequeño comercio, con esto de encontrar buen género y además promover el pequeño comercio, que tanto lo necesita hoy día con tanto hiper, super y mega stores.
Delante mía tenía a una señora mayor, en apariencia adorable. Que resultó tornarse en una fierecilla cuando se enfrentó al carnicero.
- Vaya carne de mierda que me estás poniendo, menudos trozos más malos.
- Señora, hago lo que puedo. Hoy la carne es así.
- Antes me la cortabas mejor. Así no me vale ni para el cocido...
- Este pieza es así. Yo no tengo la culpa. El cordero de hoy es diferente que el de ayer. Entiéndame.
- Ya no viene la carne como antes. Y encima qué precios tiene ahora. Me gustaba más el sitio antes de que lo cerraran y lo abrieran ahora de nuevo...
Yo pensando en la cantidad de gente a la que el pobre carnicero se tendrá que enfrentar cada día. Gente como esta vieja pelleja, protestona, maleducada, que como no entiende de nada se dedica a criticar, más que a entender los razonamientos que le pueda dar el entendido en la materia.
Y chapó para el pobre carnicero, que lidió la situación con una sonrisa y tratando de hacer todo lo posible para que la clienta vuelva la semana que viene a por más carne. Yo no sé si hubiera tenido tanta paciencia.
¿Llegará algún día en que los pequeños comerciantes cierren sus puertas, no por pérdidas, sino por no querer aguantar a los estúpidos y maleducados clientes de turno?
Dios no lo quiera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario