¿Qué es Mundo Gordoncho?

¿Te gusta el mundo de la comida?
¿Sueles rebañar el plato y te zampas hasta las migas que hay en el mantel?
¿Eres de los que no perdonan el dulce con el café de sobremesa?
¿Te sobra algún kilillo pero eres feliz con tus redondeces porque estás hasta el moño de hacer dietas?

Amig@, éste es tu espacio. Un blog ameno que tiene un ingrediente común, la comida. Pero aquí no hay pedantería gastronómica, sino mucho humor, artículos interesantes, recetas, fotos de comida y hasta tertulias (sin vergüenza alguna) para hablar de lo que más nos gusta: COMER

jueves, 14 de noviembre de 2013

Cuarto kilo de carne picada, gracias

Ayer salí a comprar un poco de carne picada para hacer unos clásicos filetes rusos (¿de verdad los comen los rusos?... esto hay que averiguarlo un día) y me decanté por ir al pequeño comercio, con esto de encontrar buen género y además promover el pequeño comercio, que tanto lo necesita hoy día con tanto hiper, super y mega stores.


Delante mía tenía a una señora mayor, en apariencia adorable. Que resultó tornarse en una fierecilla cuando se enfrentó al carnicero.
- Vaya carne de mierda que me estás poniendo, menudos trozos más malos.
- Señora, hago lo que puedo. Hoy la carne es así.
- Antes me la cortabas mejor. Así no me vale ni para el cocido...
- Este pieza es así. Yo no tengo la culpa. El cordero de hoy es diferente que el de ayer. Entiéndame.
- Ya no viene la carne como antes. Y encima qué precios tiene ahora. Me gustaba más el sitio antes de que lo cerraran y lo abrieran ahora de nuevo...

Yo pensando en la cantidad de gente a la que el pobre carnicero se tendrá que enfrentar cada día. Gente como esta vieja pelleja, protestona, maleducada, que como no entiende de nada se dedica a criticar, más que a entender los razonamientos que le pueda dar el entendido en la materia.
Y chapó para el pobre carnicero, que lidió la situación con una sonrisa y tratando de hacer todo lo posible para que la clienta vuelva la semana que viene a por más carne. Yo no sé si hubiera tenido tanta paciencia.

¿Llegará algún día en que los pequeños comerciantes cierren sus puertas, no por pérdidas, sino por no querer aguantar a los estúpidos y maleducados clientes de turno?

Dios no lo quiera.

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