Ahí van unas pequeñas y sabias reflexiones acerca del comer (y del correr) de Haruki Murakami extraídas de su libro "De qué hablo cuando hablo de correr":
(...) Si haces ejercicio todos los días, tu peso ideal se acaba estableciendo de manera natural. Poco a poco se va vislumbrando en punto en el que el cuerpo se mueve con agilidad. A la par, modifiqué de manera paulatina mi alimentación. Hice de los vegetales la base de mi dieta y obtenía las proteínas principalmente del pescado. Nunca me había hecho mucha gracia la carne, pero esta tendencia se reafirmó. Reduje el consumo de arroz y de alcohol, y empecé a emplear condimentos naturales. Los dulces nunca me gustaron.
Ya he dicho que tengo tendencia a engordar poco a poco en cuanto me abandono. En contraste, mi mujer, coma lo que coma (tampoco es que coma mucho, pero le pirran los dulces), aunque no haga deporte, no engorda ni un solo gramo. Tampoco tiene grasa. Yo, al ver esto, solía pensar lo injusta que era la vida. Lo que algunos consiguen sólo esforzándose, otros lo logran sin el menor esfuerzo.
Bien pensado, quizás esa tendencia a engordar con facilidad sea, por el contrario, beneficiosa. Me refiero a que, en mi caso, para no aumentar de peso he tenido que hacer intenso ejercicio a diario, cuidar mi alimentación y moderarme. Es una vida dura. Pero, si realizas ese esfuerzo de manera continuada, entonces consigues mantener tu metabolismo en niveles altos y, como resultado, tu cuerpo gana en salud y resistencia. Y supongo que también el envejecimiento se ralentiza un poco (...) Tal vez, entre quienes estén leyendo esto, haya también personas que sufren porque, en cuanto se descuidan, aumentan de peso. No obstante, por las razones que ya he expuesto, quizá deberían mirar el aspecto positivo y entender que eso podría ser más bien un regalo del cielo: cuanto más fácil le resulte a uno ver su piloto rojo encendido avisando de avería, mejor.
Amigo gordoncho, ¿qué piensas tú de todo esto?
Amigo gordoncho, ¿qué piensas tú de todo esto?
Me leí el libro y se me pasó este gran pasaje, aunque creo que anoté algunas quotes en un cuaderno que algún día encontraré...
ResponderEliminarMe encanta eso de que con ejercicio diario el cuerpo se "estabiliza" y se queda en tu peso ideal. Deberíamos probarlo... O al menos día sí, día no. Que a la mujer de este señor le encanten los dulces y no engorde ni p´atrás es una injusticia. Una más.
Yo solo digo que durante cosa de un año probé la vida hiper-sana y me atiborré a comer otras cosas y no se estaba mal del todo, ¡subía las escaleras como un gamo, jaja! Pero los inicios son duros... quizá demasiado...
Si los retos son duros no harán probar nuestra fuerza voluntad, de eso estoy segura. Y estoy de acuerdo en que lo más difícil es empezar...
ResponderEliminarQue la mujer de Murakami coma dulces como una lima y que sin hacer ejercicio parezca un junco es la peor línea que hay en el libro ;-(
”No obstante, por las razones que ya he expuesto, quizá deberían mirar el aspecto positivo y entender que eso podría ser más bien un regalo del cielo: cuanto más fácil le resulte a uno ver su piloto rojo encendido avisando de avería, mejor”.
ResponderEliminarBah, el que no se consuela es porque no quiere. ¡¿Regalo de cielo?! ¡¡¡Anda y vete por ahí, Murakami!!!