¿Qué es Mundo Gordoncho?

¿Te gusta el mundo de la comida?
¿Sueles rebañar el plato y te zampas hasta las migas que hay en el mantel?
¿Eres de los que no perdonan el dulce con el café de sobremesa?
¿Te sobra algún kilillo pero eres feliz con tus redondeces porque estás hasta el moño de hacer dietas?

Amig@, éste es tu espacio. Un blog ameno que tiene un ingrediente común, la comida. Pero aquí no hay pedantería gastronómica, sino mucho humor, artículos interesantes, recetas, fotos de comida y hasta tertulias (sin vergüenza alguna) para hablar de lo que más nos gusta: COMER

jueves, 31 de enero de 2013

lunes, 28 de enero de 2013

Amapola Cake

Esto es todo lo que quedó de una gigante bizcocho/tarta de amapola que llegó a mis manos... Probablemente el sabor más raro que habré probado en una tarta. Un sabor dulce y muy rico, nada empalagoso.


Cortesía de una amiga austriaca de mi tío.

PD: ¿Alguien ha probado alguna vez esto de la tarta de amapolas?  We want to know your opinions...

lunes, 21 de enero de 2013

RIP por la comida tirada al contenedor

El pasado sábado por la noche estuve haciendo unas horas como extra en un hotel de 4 estrellas en el centro de Madrid. Conservaremos oculta la identidad del hotel de momento por si las moscas, no sea que se me presente el màitre por la puerta y me escupa a la cara con violencia.

El caso es que siempre he sido muy concienciada con eso de no tirar nada a la basura, que la comida es un bien muy preciado (ahora por desgracia más que nunca con los tiempos míseros que corren) pero hasta que no trabajas en un sitio donde manipulas alimentos y convives con comida no te das cuenta de la cantidad de ésta que tiramos a la basura... y ahora mi conciencia por el tema se ha multiplicado. Si tú tiras comida en buen estado a la basura, no te imaginas lo que se puede llegar a desperdiciar en un simple restaurante. 

Uno de los dos máitres a cargo del evento me hizo tirar a la basura croquetas, canapés de ventresca con verduritas, surtido de ibéricos... porque se quedan unos pocos en la bandeja y al volver a la cocina, en lugar de juntarlos con la siguiente remesa de los mismos productos que van a ser servidos en las siguientes tandas, te obligan a que los eches a la basura. Yo, con mi timidez e inexperiencia en el tema, preguntaba tímida, "¿lo puedo juntar con el resto?". Las caras de los presentes eran un poema.


Lo mismo ocurrió al final del servicio con una bandeja con dos o tres kilos de panecillos impolutos, que ningún comensal había tocado en la cena. Bajé a las profundidades donde se suelen ubicar las cocinas y tuve que preguntar, "bueno, ¿y qué hago con estos panes?". "Ahí, a la basura", me dijo uno de los chefs, señalándome un cubo. Qué pena.  Mucha pena. Grandísima pena.

Eso sí, paradojas que tiene la vida, me hicieron exprimir en cada copa hasta la última gota de vino que habita en cada botella. ¿Cómo desperdiciar las tres últimas gotas de vino peleón en el contenedor de la basura?

Fucking bastards.

viernes, 4 de enero de 2013

Palabra de Murakami

Ahí van unas pequeñas y sabias reflexiones acerca del comer (y del correr) de Haruki Murakami extraídas de su libro "De qué hablo cuando hablo de correr":

(...) Si haces ejercicio todos los días, tu peso ideal se acaba estableciendo de manera natural. Poco a poco se va vislumbrando en punto en el que el cuerpo se mueve con agilidad. A la par, modifiqué de manera paulatina mi alimentación. Hice de los vegetales la base de mi dieta y obtenía las proteínas principalmente del pescado. Nunca me había hecho mucha gracia la carne, pero esta tendencia se reafirmó.  Reduje el consumo de arroz y de alcohol, y empecé a emplear condimentos naturales. Los dulces nunca me gustaron.
Ya he dicho que tengo tendencia a engordar poco a poco en cuanto me abandono. En contraste, mi mujer, coma lo que coma (tampoco es que coma mucho, pero le pirran los dulces), aunque no haga deporte, no engorda ni un solo gramo.  Tampoco tiene grasa. Yo, al ver esto, solía pensar lo injusta que era la vida. Lo que algunos consiguen sólo esforzándose, otros lo logran sin el menor esfuerzo.
Bien pensado, quizás esa tendencia a engordar con facilidad sea, por el contrario, beneficiosa. Me refiero a que, en mi caso, para no aumentar de peso he tenido que hacer intenso ejercicio a diario, cuidar mi alimentación y moderarme. Es una vida dura. Pero, si realizas ese esfuerzo de manera continuada, entonces consigues mantener tu metabolismo en niveles altos y, como resultado, tu cuerpo gana en salud y resistencia. Y supongo que también el envejecimiento se ralentiza un poco (...) Tal vez, entre quienes estén leyendo esto, haya también personas que sufren porque, en cuanto se descuidan, aumentan de peso. No obstante, por las razones que ya he expuesto, quizá deberían mirar el aspecto positivo y entender que eso podría ser más bien  un regalo del cielo: cuanto más fácil le resulte a uno ver su piloto rojo encendido avisando de avería, mejor.

Amigo gordoncho, ¿qué piensas tú de todo esto?