¿Qué es Mundo Gordoncho?

¿Te gusta el mundo de la comida?
¿Sueles rebañar el plato y te zampas hasta las migas que hay en el mantel?
¿Eres de los que no perdonan el dulce con el café de sobremesa?
¿Te sobra algún kilillo pero eres feliz con tus redondeces porque estás hasta el moño de hacer dietas?

Amig@, éste es tu espacio. Un blog ameno que tiene un ingrediente común, la comida. Pero aquí no hay pedantería gastronómica, sino mucho humor, artículos interesantes, recetas, fotos de comida y hasta tertulias (sin vergüenza alguna) para hablar de lo que más nos gusta: COMER

domingo, 24 de noviembre de 2013

Mis (6) posibilidades de tomar café en casa

¡Qué vaguería entra el domingo por la mañana! 
Con este frío no apetece ni salir a comprar el periódico y de paso tomarse ese rico café con leche, así que me mejor me decanto por tomarlo en casa embutida en mi pijama y con pantuflas.

Al prepararme el café en la cafetera italiana, me ha dado cuanta de todas las posibilidades de tomar café en casa. Ahí va mi lista particular:

1) Café en la cafetera barista: Una amiga de mi santo (varón), Marieta, generosamente nos trajo a casa el bar a casa. Una pequeña cafetera para hacerte el mismo café expresso que tomas en tu cafetería de confianza. Eso sí, tendremos que cambiar el café marca blanca de Mercadona por otro más fancy y más tasty
2) Café en la cafetera Dolce Gusto: La máquina de café con las cápsulas más caras del mundo. Sí, amigos, 4,85 euros para 4 cafecillos u 8 si tienes suerte de pillar cápsulas "latte o cortado". Fue un regalo de Navidad para mi propio novio, pero ahora me estoy arrepintiendo porque son muy caras...
3) Café en la cafetera italiana: La de toda la vida. La que tengo la compré el año pasado en Carrefour y pone para 4 personas. Para cuatro personas si los que beben son los diminutos, claro. Porque a mí me gusta que al menos me pongan en la taza dos o tres dedos de café. 
4) Café en la cafetera de émbolo: Una amiga mía me la regaló cuando aún trabajaba en una tienda de menaje de cocina y para mí ha resultado ser todo un descubrimiento: echar el agua caliente, remover, dejar pasar unos minutos y presionar el émbolo hacia abajo. Y voilá! Pero esta cafetera también tiene un uso curioso y es que si vertemos en ella leche previamente calentada, podemos usar el émbolo como herramienta para producir crema. ¿Cómo? Subiendo y bajando el émbolo para producir ese efecto de fricción.
5) Café en kettle: O sea, hervidora eléctrica. El pequeño electrodoméstico que no falta en ninguna casa inglesa. Se caliente el agua y se añade al café soluble que te has echado en tu taza. The fastest way to make your coffee at home.
6) Café de cazo: Como no tengo microondas en la cocina, hay que recurrir a métodos rudimentarios, que siguen conservando todo su encanto. Leche o agua vertida en el cacito y esperar a a que le salga el humito (cuidado que la leche no se empiece a llenar de burbujas o tendrás la MALDITA NATA). Sólo queda verter el líquido del cazo en la taza.

Estas son mis opciones de tomar en casa, pero seguro que hay muchas más. 
¿Cuáles son las tuyas?

jueves, 14 de noviembre de 2013

Cuarto kilo de carne picada, gracias

Ayer salí a comprar un poco de carne picada para hacer unos clásicos filetes rusos (¿de verdad los comen los rusos?... esto hay que averiguarlo un día) y me decanté por ir al pequeño comercio, con esto de encontrar buen género y además promover el pequeño comercio, que tanto lo necesita hoy día con tanto hiper, super y mega stores.


Delante mía tenía a una señora mayor, en apariencia adorable. Que resultó tornarse en una fierecilla cuando se enfrentó al carnicero.
- Vaya carne de mierda que me estás poniendo, menudos trozos más malos.
- Señora, hago lo que puedo. Hoy la carne es así.
- Antes me la cortabas mejor. Así no me vale ni para el cocido...
- Este pieza es así. Yo no tengo la culpa. El cordero de hoy es diferente que el de ayer. Entiéndame.
- Ya no viene la carne como antes. Y encima qué precios tiene ahora. Me gustaba más el sitio antes de que lo cerraran y lo abrieran ahora de nuevo...

Yo pensando en la cantidad de gente a la que el pobre carnicero se tendrá que enfrentar cada día. Gente como esta vieja pelleja, protestona, maleducada, que como no entiende de nada se dedica a criticar, más que a entender los razonamientos que le pueda dar el entendido en la materia.
Y chapó para el pobre carnicero, que lidió la situación con una sonrisa y tratando de hacer todo lo posible para que la clienta vuelva la semana que viene a por más carne. Yo no sé si hubiera tenido tanta paciencia.

¿Llegará algún día en que los pequeños comerciantes cierren sus puertas, no por pérdidas, sino por no querer aguantar a los estúpidos y maleducados clientes de turno?

Dios no lo quiera.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Cada oveja con su... pareja

Por cortesía de los chicos de Food is the new rock os dejamos esta MARAVILLOSA infografía/lista de algunos últimas comidas de gente famosa que acabó palmando. Un diseño realizado por la diseñadora y artista Sarah Lazarovic (que no es mi prima de la Europa del Este, no).

domingo, 10 de noviembre de 2013

Robar a los ricos para dárselo... a los gordonchos

Sucedió tal que así:

Estoy dando una vuelta con mi mamá por el Outlet de El Corte Inglés de "TheStyleOutlets" de San Sebastián de los Reyes (de toda la vida conocido como Factory, nombre menos fashion pero más fácil de memorizar) cuando entre perchas y perchas de ropa divisamos una bolsa azul de bombones Lindt (la única tienda comestible de todo el centro comercial, por cierto).
- ¿Y esa bolsa de bombones? - pregunto estúpidamente a mi madre. 
- No sé - dice ella -. Parece que se la han dejado ahí.
Miro a señoras revoloteando alrededor de la bolsa, mirando jerseys y vestidos de fiesta. Dan una vuelta, dan otra. Pero acaban largándose de allí. 
Con algo de caguelis, pero decidida, cojo la bolsa y la atrapo en mi regazo como si se fuera a escapar por patas. Asomo un poco la nariz al contenido y veo que efectivamente hay varios bombones y alguna que otra tableta de chocolate.
- ¿Qué hacemos con ella? - pregunto a mi madre. Está claro que alguien se ha olvidado la bolsa aquí mientras se probaba ropa. 
- ¿La dejamos en la caja, no? - me dice ella. Así si alguien pregunta por la bolsa, se la dan allí, en la caja - continúa.
Mi madre siempre poniendo notas de cordura a los asuntos de la vida. Pero no me quedo convencida. ¿Y si esa persona no vuelve nunca? ¿Y si ya está lejos y no merece la pena regresar al lugar de autos por una bolsa con chocolate? ¿ Y si al final del día la mujer de la limpieza la tira a la basura? 
Horror. Sudores fríos. Esa imagen de los chocolates dentro de un contenedor... Esa imagen de las rancias señoras de El Corte Inglés comiendo a placer los bombones, con los dientes marrones y churretones en la barbilla...

El final de la historia ya sabéis cuál es. 

Éste fue mi BOTÍN.


miércoles, 6 de noviembre de 2013

¿Por qué comer menos si es lo que me da la vida?


¡Hola, gordonchillos! Soy Clark Kent y me cuelo en el blog de la Lois para escribir una entrada con la que queremos reactivar este blog/podcast (no estaba muerto, que estaba de parranda... generalmente en la zona de comidas arramplando con todos los canapés mientras el resto se dedica a socializar...).

El título lo dice todo: ¿hasta qué punto es aconsejable empezar a comer menos y más sano para "tener un mejor aspecto"? Hace varios años que llevo instalado en esta duda, subiendo y bajando de peso como una montaña rusa en un ejercicio de loops infinitos. A veces me da por cuidarme más y afilar mi aspecto, con lo que me quito de fritos, precocinados y comida rápida; y empiezo a correr por Madrid, o Dublín, u Oxford, o la ciudad que toque..., imbuido del espíritu de Ben Johnson (sin las sustancias dopantes, los espíritus no consumen). Sin embargo, muchas veces concluyo que qué más da, que para tres días que dura esto, por qué no voy a entregarme a uno de los mayores placeres que esta vida me ofrece: la comida. ¿Que subo de peso y la imagen de mi desnudo ante el espejo es un poquito más desagradable? Qué le vamos a hacer, se trata de ser feliz uno mismo, ¿no?

Mientras sigo intentando encontrar un equilibrio (y sigo fallando como esas escopetillas trucadas de las ferias), admitamos que todos querríamos vivir en aquel mundo de chocolate soñado por Homer Simpson...